En un mundo distópico y surreal,
donde la neurodiversidad es vista como una enfermedad que debe ser erradicada,
padres desesperados cruzan la frontera de lo onírico y lo peligroso
llevando a sus hijos a terapias y curas que prometen convertirlos en seres "neurótipicos".
Un escáner de supermercado en la cabeza
les ofrece la promesa de la normalidad,
una premisa digna de una película de serie B
de ciencia ficción de los 80.
En este mundo de pesadilla,
la individualidad y la creatividad son vistos como amenazas,
y la conformidad es el único camino aceptable.
Las corporaciones que ofrecen estas "curas" milagrosas
se enriquecen a costa de la desesperación de los padres y la inocencia de los niños.
Desde niños, autistas son vistos como meros productos defectuosos,
que necesitan ser reparados y reprogramados para cumplir con los estándares de la sociedad.
La frontera entre la realidad y la ficción se desdibuja,
y la humanidad se pierde en un mar de normalidad forzada.
Las cadenas invisibles
de la distancia y el control
te separan de tus seres queridos,
como nubes que bloquean el sol.
Te trasladan a una nueva escuela,
como si te arrebataran de tus raíces
y te plantaran en un terreno desconocido y hostil.
Limitan tu comunicación con los vecinos,
como si el silencio fuera el único lenguaje permitido.
Reprimen cada aspecto peculiar tuyo
con la amenaza de atarte a una silla.
No te permiten ser vos mismo,
inmovilizando tu libertad
como si fueras un pájaro atrapado en una jaula.
Cada vez que alguien se te acerque, dirán:
"¿Qué te dijo?" Siempre responderán por vos. Siempre estarán respondiendo por vos.
Tu voz será un eco lejano,
un susurro en el viento,
mientras los demás hablan por vos.
Tus palabras serán un río secado,
un desierto de silencio,
donde solo crecen las respuestas ajenas.
Tu identidad se desvanecerá
como la niebla al amanecer,
mientras los demás te definen
con sus propias palabras.
"El es así"
"Si vieras lo malo que es"
“Es un caso perdido, nunca cambiará”
“Es difícil de entender, es como si viviera en su propio mundo ”
Serás un espejo roto,
donde solo se reflejan las imágenes de los otros,
no importa lo que vos digas.
Y si te atreves a expresar tus emociones de forma auténtica,
serás castigado, abofeteado, amenazado;
como si tus palabras fueran aguijones
que hieren a quienes prefieren la conformidad a la individualidad.
Las palabras hieren como cuchillas afiladas,
la estigmatización pesa como una losa,
y los padres desesperados buscan cualquier solución
para alejar a sus hijos de ese estigma.
Pero ¿a qué costo?
¿Qué tipo de humanidad se está sacrificando
en aras de la normalidad?
La línea entre lo ético
y lo sádico se desdibuja,
y los niños se convierten
en conejillos de indias
en experimentos tortuosos
para encajar en un molde ficticio de la sociedad.
El miedo a lo diferente,
la represión de la diversidad,
la crueldad disfrazada de amor paternal,
todo se entrelaza en un torbellino de horror
en este mundo distópico y surreal.
Y en medio de todo esto,
en medio de tanto sufrimiento,
los niños autistas y neurodivergentes luchan por sobrevivir,
por mantener su identidad única,
resistiendo las terapias y curas que buscan extinguir su esencia.
La neurodiversidad es vista como una enfermedad
que debe ser erradicada a toda costa,
en un mundo donde el precio de la normalidad es demasiado alto
y la humanidad se ve eclipsada por la intolerancia y la brutalidad.–Miguel Quintana.
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