Otro día más exorcizando mis demonios y un arduo trabajo de autopercepción personal.
Hoy escribo porque no he dejado de pensar ¿por qué me siento tan desencajado en todo?
Me siento fuera de lugar en todo lo que hago, y me pregunto por qué me siento últimamente así, quizás siempre ha sido así, pero ahora me estoy dando cuenta. A veces siento que no encajo en este mundo, y al escribirlo, estoy liberando ese secreto que me atormenta día a día. Siento que el mundo no está hecho para mí y sé que al darle voz me quito ese secreto que me tiene pensativo todos los días.
Hoy me di cuenta que ya me cansa conocer gente nueva. Es que me lleva mucha energía hacerlo y me llama la atención que a nadie le suceda lo mismo. Siempre estoy observando esa incomodidad para no sentirme siempre el bicho raro. Siempre estoy pendiente de las señales de incomodidad en los demás para no ser el único que se siente extraño. Mi mente busca desesperadamente a alguien que comparta mi sentir, pero a veces parezco el único que no entiende o no encaja y eso me afecta un montón.
"Notaste esto", "qué molesto", "no entiendo", uff... mi mente está buscando que alguien se sienta raro para decir: "Sí, yo también no entiendo", "es súper molesto eso" o "sabes, no entiendo absolutamente nada".
El hecho de estar analizando a la gente de forma involuntaria me estresa. Y es que quiero escuchar, pero me pierdo en los gestos y en las formas de expresión que no tienen sentido para mí. Me siento desconectado, frustrado y físicamente incómodo por no poder entender. Y eso hace que me sienta alejado, porque hay cosas que para mí son sin sentido y se mueven de una forma que no va con lo hablado y me duele el cuerpo por no comprender. Me duele no entender nada. Y el dolor lo sobreanalizo. Y hago el intento de mi incomodidad no se note. Pienso que querrán decir y me pongo incómodo porque debo pensar en cómo responder, cómo hacerlo y esperar siempre una respuesta. Eso hace que no pueda responder correctamente y que no preste atención y a sentirme aún más alejado. Prefiero callar antes de que me reten y me digan "Te estoy hablando, Miguel", o "a ver, ¿qué te dije?" en forma de prueba. Quiero escuchar. No es que lo haga a propósito, se los juro. Y si alguna vez sintieron que les ignoré, lo único que intentaba era controlar todos esos pensamientos que había en mi cabeza. Mirar a los ojos o sus movimientos no iba a solucionar nada, y entraría en un laberinto sin salida, y todo se iba a arruinar.
Me gusta el sarcasmo suave (sin pasarse) y en confianza, claro. No es que no pudiera ver venir las situaciones cuando estoy en grupos, pero me inquieta mucho los momentos donde hay grupos, se ríen y hablan entre ellos, y de repente no me produzca nada. "¿Se ríen de mí?" "¿Por qué no es gracioso?" "Vete, vete, vete" estoy. Sinceramente no controlo esto. Ya estoy harto de estar en modo analítico en todo y no poder relajarme. Si estoy callado, observo para aprender; pero siempre está ese factor sorpresa. Solo espero poder entender esto y darle un sentido. Porque mi existencia duele. Duele no comprender.
–Miguel Quintana.
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